El género es un diferenciador importante en la movilidad urbana. Está demostrado que las mujeres presentan patrones de movilidad más complejos, puesto que incluyen más intermodalidad y, en particular, uso de más transporte público y a pie, en varios momentos del día.
Esto se debe, principalmente, a las diferencias sociales que aún persisten en los roles de género y que implican que las mujeres asuman la mayor parte de responsabilidades en el hogar y relativas a los cuidados. Los modelos de movilidad convencional basados, principalmente, en los desplazamientos al trabajo subestiman o directamente no consideran estas diferencias.
Además, las mujeres, a menudo, reportan niveles más bajos de satisfacción con sus viajes al trabajo, y son particularmente propensas a tener más preocupaciones con respecto a la seguridad personal en momentos particulares del día. La percepción del miedo y la seguridad depende a su vez de factores como la hora del día o de la noche, la iluminación adecuada, la limpieza, o la propia agresividad en la calle para las mujeres que van en bici.
Por otra parte, la poca consideración de la perspectiva de género en los sistemas de transporte público y privado está relacionada con que existe un número reducido de mujeres en la toma de decisiones relacionadas con la planificación y la operación del transporte, así como con las políticas públicas de movilidad, energía y medio ambiente, la infraestructura y la ejecución de proyectos orientados al desarrollo de la movilidad sostenible.
Mujeres en movimiento es una iniciativa internacional liderada por mujeres que nació en el marco del Foro Internacional del Transporte en Leipzig, en 2018. Busca fortalecer el liderazgo de las mujeres en sectores que carecen de diversidad e igualdad de género a través de una red de cooperación activa y gobernanza del sector civil, privado y público.
Los objetivos de Mujeres en movimiento son: