Las llamadas plataformas de movilidad compartida ponen en contacto a:
- Personas que ofrecen compartir vehículos (coches, bicicletas…) con personas que necesitan un vehículo para desplazarse (car sharing).
- A personas que se desplazan a determinados destinos en su vehículo privado con personas que quieren ir al mismo destino y que pueden acompañarlas durante el viaje (car pooling).
- A personas que necesitan desplazarse con conductores que pueden prestarles el servicio (ride-hailing).
- A personas que disponen de espacios o plazas de aparcamiento con personas que las necesitan por determinados periodos de tiempo.
El ingrediente esencial para que este esquema funcione es que, además de recursos infrautilizados y tecnologías, haya un alto nivel de confianza entre quienes comparten el recurso y sus demandantes.
Con este esquema que conjuga eficiencia, tecnología y confianza se han ido desarrollando múltiples opciones de movilidad compartida que han tenido un gran éxito.
Muchos jóvenes no sienten la necesidad de tener carné de conducir. Prefieren tener acceso a un vehículo cuando lo necesiten. Valoran más el acceso al uso que la propiedad.
Pero este planteamiento que parece, en principio, beneficioso para todos, presenta algunos inconvenientes:
- Los intermediarios o dueños de las plataformas han acabado convirtiéndose en los principales beneficiarios del sistema al concentrar la mayor parte de la oferta. Al final imponen sus condiciones a quienes aportan los recursos, sus vehículos o su tiempo, a cambio de asegurarles cierto nivel de demanda debido al alcance global de sus plataformas y su capacidad tecnológica.
- También, se han convertido en propietarias de gran cantidad de datos sobre los hábitos de movilidad de la población que ofrecen a operadores de transporte, a administraciones públicas o a cualquier empresa a la que puedan resultar útiles estos datos para sus políticas comerciales.
En definitiva, la digitalización y las nuevas tecnologías están transformando la movilidad, y es necesario adaptar el marco jurídico y tomar las medidas necesarias para poner estas herramientas al servicio de las personas.
En este sentido, los grandes retos de la movilidad compartida son:
- Favorecer el desarrollo de plataformas de ámbito local o de plataformas locales conectadas que permitan una estructura de oferta menos concentrada y que proteja los intereses de los que aportan el recurso que se comparte y del propio territorio. En este sentido han surgido muchas alternativas a las grandes plataformas, normalmente, en forma de cooperativas (cooperativismo de plataforma).
- Conseguir que los datos de movilidad que se generan a partir del uso de estas plataformas se utilicen en beneficio de la mayoría, puedan ser compartidos con las debidas garantías de privacidad y se conviertan en un recurso abierto para la mejora de las políticas públicas de movilidad.
Principios de movilidad compartida para ciudades vivibles