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En los últimos años, el sector del TAXI ha debido afrontar numerosos cambios producidos por diversos motivos, como son el aumento de la oferta y el alcance del transporte colectivo público que ha disminuido su potencial como sistema complementario o alternativo a este y, sobre todo, por el desarrollo de la oferta privada de transporte a la demanda como UBER o Cabify, articulada, principalmente, a través de plataformas digitales.
Estas plataformas utilizan los llamados Vehículos de Transporte con conductor (VTC) para prestar sus servicios. Los VTC, como el taxi, requieren licencia para operar. No pueden recoger personas a pie de calle, sus tarifas suelen ser más bajas que las del taxi (aunque muy variables en función del volumen de demanda) y los sueldos que cobran los conductores más bajos. Tras un periodo de cierto desconcierto de las administraciones por la irrupción masiva de estas plataformas en las grandes ciudades, se han ido regulando este tipo de servicios.
A pesar de los grandes esfuerzos realizados, es inevitable que en los próximos años el sector deberá hacer frente a tres grandes desafíos. Las decisiones que se adopten en torno a los mismos determinarán su futuro. Estos tres grandes desafíos son:
EL DESAFÍO DE LA ELECTRIFICACIÓN. Según ha aprobado la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, a partir del 1 de enero de 2035, no se podrán vender modelos nuevos de automóviles y furgonetas con motor térmico, es decir, motores gasolina o diésel, híbridos, híbridos enchufables y los propulsados a gas (GLP y GNC).
Esto significa que se va a poder adquirir un coche nuevo con motor térmico hasta el 31 de enero de 2034. Tras esa fecha, seguirán circulando y se podrán seguir haciendo operaciones de compraventa de modelos con este tipo de propulsores en el mercado de la segunda mano.
No obstante, las distintas administraciones públicas disuadirán del uso de estos vehículos tomando medidas como la prohibición de su entrada a zonas de bajas emisiones, que serán cada vez más extensas, y subiendo el impuesto de circulación y los precios de los combustibles fósiles.
Para facilitar este proceso de adaptación y, particularmente, para el sector del TAXI, las administraciones deberán habilitar ayudas y subvenciones y acelerar el desarrollo de las infraestructuras de recarga necesarias.
EL DESAFÍO DE LA DIGITALIZACIÓN. El proceso de digitalización deberá servir, fundamentalmente, para facilitar el acceso al servicio en las nuevas condiciones que demandan los usuarios, derivadas del uso masivo de tecnologías digitales. En este sentido, será esencial ofrecer los siguientes servicios a través de aplicaciones móviles: